Logroño no pudo construir fuera de sus murallas hasta que, en 1861, no se autorizó su derribo. Tras este, la ciudad de Logroño empezó a crecer hacia el sur, junto a la Carretera de Soria. La llegada del Ferrocarril a la actual calle Gran Vía supuso otra barrera para su expansión que tuvo que esperar a 1958 para poder saltar definitivamente.
Al sur de las vías, se construyeron fincas con chalets de
estilo decimonónico. Los más conocidos son el que se ubicaba en el actual
Parque Gallarza, el perteneciente a los propietarios de Zapatillas Fernández,
en el Parque del Carmen o el que se ubicaba en la Finca de Santa Isabel. Esta
finca era una de las más grandes de la zona. El Chalet de Santa Isabel se
encontraba rodeado de grandes jardines. La importancia este chalet, entre otras
cosas, viene dada porque entre sus muros se ubicó un colegio.
El Chalet tenía tres pisos de altura, colocándose en el
segundo nivel un balcón. El tercer piso se realizaba a dos aguas, que
sustentaban el tejado.
En 1948, el camino que da acceso al Chalet de Santa Isabel
se convierte en la Calle Santa Isabel, mientras se buscaban algunos usos para
el chalet y la finca.
El 13 de julio de 1956, se adquirió el edificio con todos
los terrenos por los Padres Escolapios. El 2 de octubre de 1962, se inaugura el
colegio que poco a poco va ampliando los espacios para crear clases que
acogiesen a los alumnos de primera enseñanza (4 a 8 años). La popularidad del
Colegio de Santa Isabel llegó a plantear que se convirtiese en una sucursal del
Principal, aunque no se consiguió, y poco a poco el colegio fue decayendo,
hasta cerrar sus puertas en 1973, tras haber contado con más de 400 alumnos.
Tras el cierre del Colegio, el Chalet es derribado para dar
paso a la actual Calle Menéndez Pelayo y a las nuevas edificaciones
residenciales que se construyeron en el solar del Chalet y los jardines.
Durante la estancia del Colegio en la finca, el antiguo
camino de acceso se convirtió en una calle con edificios y perdió la forma de
camino particular. La Calle Santa Isabel tenía como cierre el chalet, que
contrastaba con los bloques de viviendas, más altos y uniformes entre sí.
En la actualidad, únicamente el nombre de la calle y su
trazado nos recuerdan a lo que antaño estuvo construido.