domingo, 15 de diciembre de 2024

Arleta, al pie del Camino

 


Se documenta como señorío de realengo en 1280, quedando despoblado un siglo después. En 1427, vuelve a tener un habitante. Posteriormente, los dueños lo vendieron a Roncesvalles. Aparece mencionado en el Libro de Armería del siglo XVI, al contar con palacio y propietarios hasta el siglo XVIII. En el siglo XIX, tenía un regidor electo por las tres familias que lo habitaban.

Lugares para visitar:

(En la actualidad, Arleta es una propiedad particular, por lo que las visitas están restringidas. Desde el Camino de Santiago, se obtiene una vista completa del lugar)

-Iglesia de Santa Marina: Se ubica justo al lado del paso de la Ruta Jacobea. La iglesia tiene una portada románica y una espadaña, además de un retablo del siglo XVI. En sus alrededores, hay restos de estelas y de un camino antiguo. Tiene una ventana tapida en la que los peregrinos dejaban sus ofrendas.

-Palacio: Ubicado junto a la iglesia. Tiene forma de U. Presenta un patio central que lo articula. A su derecha, hay una construcción más moderna, realizada en torno a una torre cuadrangular. A la izquierda, vemos una ventana geminada, más antigua que el resto del conjunto. La existencia de este palacio está documentada desde el siglo XVI.

-Lavadero: Ubicado junto al camino, en la actualidad en ruinas.

-Crucero: Se sitúa junto a la carretera, en la entrada principal del señorío. Presenta una cruz, situada en lo alto de una columna con fuste y capitel. El trazado del Paque Fluvial del Arga pasa a su lado.

-Ermita de San Martín (Desaparecida): No quedan restos.

 

sábado, 7 de diciembre de 2024

Lusarreta, un lugar con un gran trasfondo histórico


 Antiguo señorío de Realengo, ubicado en una de las zonas más altas del Valle de Arce. Se trata de un pequeño núcleo, en el que se conserva el único hórreo del Valle de Arce. Conocemos las primeras menciones a Lusarreta cuando en 1280 pagaba pechas a Roncesvalles, al igual que sus vecinos.

En el Libro de Fuegos de 1366, se contabilizan seis, siendo siete en 1553.

En 1566, vive en Lusarreta Sancho de Leyún, que se casa en segundas nupcias con Catalina de Lusarreta. El era noble. De su primer matrimonio únicamente le sobrevivió una hija. Las segundas nupcias de Sancho no fueron bien acogidas en su familia, que les acusó de dilapidar el patrimonio. Acabaron viviendo en la más absoluta miseria. Tuvieron tres hijos. A su muerta, Catalina pide ser enterrada en Lusarreta y no en Leyún con su marido.

En el año 1783, Miguel Dufur Ibarra de Lusarreta muere sin descendencia directa siendo el último habitante de la Casa Garaico. Su heredera más cercana vivía en Lenaroz y era su sobrina, llamada Juanchina, que con dieciséis años se verá obligada a casarse y vivir en la casa de Lusarreta para no perder la herencia de su tío. Pero no es un caso aislado, pues en 1790 conocemos otro similar en la casa Garrraicorena. Estos matrimonios no eran ni abundantes, ni extraños en la montaña navarra.

En 1794, la Convención Francesa quema la borda de Lusarreta, mientras que el resto del pueblo se salva de las llamas.

En 1800, vivían en Lusarreta 31 personas. En 1858, tenía 58 habitantes.

En 1856, un vecino de Lusarreta va a cumplir el servicio militar en lugar de otro de Mezquíriz. En 1898, se construye la carretera que une Lusarreta con la del Valle de Arce.

En una visita a Lusarreta podemos ver:

-La iglesia de San Esteban. Se cree que se construyó hacia el año 1200. Ha sido restaurada en varias ocasiones a lo largo de su historia. Tiene una planta irregular, aunque con cierta forma de cruz, cubierta con una bóveda de cañón. A los pies hay un coro de madera, en cuyas vigas se han tallado unas vistosas formas. Tuvo un retablo, desaparecido en parte del siglo XVII-XVIII.

-Hórreo: Muy similar al de Erdozain y al de Iracheta. Está construido sobre arcos, en este caso ocho. Sobre ellos, hay unas piedras que cumplen la función de tornarratas. Estos tres hórreos son los únicos construidos sobre arcos. La portada es un arco campaneiforme, decorado con una cruz, unos botones y una cruz de seis puntas, que pueden datar de los siglos XV-XVI. Tras la restauración, se eliminaron las casas contiguas y se trasladó el acceso a su situación actual.


Dos vistas de la iglesia

Hórreo

Puerta de una casa


Dos vistas de la iglesia


domingo, 1 de diciembre de 2024

El Palacio de los Chapiteles de Logroño

 Ubicado en el arranque de la calle Portales, el Palacio de los Chapiteles es una de las construcciones más destacadas del Casco Histórico de Logroño. Hoy en día, sede del Instituto de Estudios Riojanos y de la Dirección General de Cultura y hasta hace no muchas décadas sede del Ayuntamiento de Logroño.

Los orígenes del edificio se remontan al siglo XVI, en un contexto urbano muy diferente. El cerco amurallado recorría la actual Muro del Carmen, Rodríguez Paterna y el Muro de Cervantes. En la confluencia de las tres calles se ubicaba la Puerta de la Herventia, uno de los arcos de entrada a la ciudad. Las primeras referencias que conocemos al edificio que hoy ocupa el número 2 de la calle Portales se remontan al siglo XVI, cuando la familia Jiménez de Enciso, en concreto Pedro Jiménez de Enciso, construye esta casa, con un aspecto muy diferente al que hoy conocemos. La documentación nos describe que en el interior había habitaciones dedicadas a escritorios, capilla, entre otras. La documentación también menciona la existencia de dos pequeñas torrecillas en una de las fachadas, que fueron construidas en 1575. La fachada principal tenía una puerta en forma de arco de medio punto. En el último piso había una galería bajo los torreones. En el centro había un patio interior. La planta noble era la primera, que se decoraba con los muebles más suntuosos y ricos. Había un salón y una biblioteca con libros. En esta planta se guardaron algunas tablas de retablo que la familia tenía en la Redonda mientras esta estaba en construcción. En el primer piso había habitaciones, que estaban articuladas en torno al patio central, ubicando el Salón Principal en la fachada a la Herventia. Este modelo de construcción no es muy diferente al que se estaba realizando por la nobleza en esos momentos en todo el territorio español. La zona cambió mucho al colocarse en 1572 el Ayuntamiento en el Edificio de El Portalón. Durante el siglo XVII, la zona de nuevo sufrió un cambio al construirse una nueva manzana de casas enfrente. Igualmente, las casas colindantes también sufren cambios, que no eclipsaron el poder económico de la familia de los Jiménez de Enciso, que seguían manteniendo su residencia en este edificio. El nombre de Palacio de los Chapiteles procede de este siglo, cuando se colocan estos característicos remates sobre los dos torreones de la fachada de la calle Portales. Durante estos años, se abre al este del edificio una nueva calle, San Isidro, al desaparecer la primigenia muralla y erigirse la antigua Casa de Correos. En el vecindario del año 1771, la casa es propiedad de Bartolomé de Vidaurreta, descendiente de los Jiménez de Enciso. En 1753 se reconstruye la fachada de la Herventia. Los cambios se consolidan en el siglo XIX, en concreto tras la Guerra de la Independencia y las Guerras Carlistas. El 17 de mayo de 1862, el Ayuntamiento se hace con la casa para colocar en ella la sede del Ayuntamiento. también Sus interiores son remodelados, adaptándolos al gusto decimonónico y al uso municipal. En ese mismo año también se eliminan los viejos muros y con ellos la Puerta de la Herventia. A mediados del siglo XIX, se realizan las Alineaciones, llevadas a cabo por diferentes arquitectos, que derribaron muchas de las casas colindantes a los muros, dejando más visible la nueva casa consistorial. El siglo finalizó con la desaparición del Convento de los Carmelitas en 1895. Durante estos siglos, las dependencias interiores del edificio cambiaron sustancialmente, llegando a desaparecer el patio a mediados del XIX para colocar en él la escalera. El día 2 de junio de 1902, se eliminan los Chapiteles originales de las torrecillas. Durante todo el siglo, el edificio sufrió reformas para adecuarlo a las necesidades del Consistorio. En el año 1980, el Consistorio se va y el edificio se transforma en sede del Instituto de Estudios Riojanos tras una profunda reforma interior y exterior. En el 2010, los Chapiteles volvieron a su posición original.





viernes, 22 de noviembre de 2024

Vigilando la ciudad de Logroño

 

La torre del Telégrafo hace unos años. Jesús López

Ubicada en el punto más alto de la ciudad, situada en la actualidad junto a unas antenas de radio, el barrio logroñés de El Cortijo conserva en su término una Torre de Telégrafo Óptico, erigida en el siglo XIX.

El Telégrafo Óptico fue uno de los más importantes inventos de finales del siglo XVIII, principios del XIX. El primer mensaje por este medio se envió en 1794 por la Convención Francesa y rápidamente se extendió por Europa. En 1831, en España se construye la primera línea telegráfica óptica a modo de prueba entre Madrid y Aranjuez. En la misma década, se empezaron a construir otros tres enlaces telegráficos. El 1 de marzo de 1844, se construyó la primera línea telegráfica entre Madrid y Francia con ramales, inaugurada el 28 octubre de 1846. En 1836, Manuel Santa Cruz, un general liberal construye un nuevo ramal telegráfico que llega a Logroño, Vitoria y Pamplona para poner sitio a los Carlistas en Estella. Con el paso de los años, se añadieron nuevas líneas nacionales para conectar ciudades como Valencia, Andalucía y Barcelona, aunque muchas de ellas no se terminaron de construir. Estas líneas no eran de uso civil. Las líneas contaban con torres que emitían los mensajes, pero las líneas no podían usarse de noche ni con fenómenos meteorológicos adversos. A finales del siglo XIX, la Telegrafía Óptica desaparece, tras una decadencia de varias décadas, producida por sus limitaciones y retrasos a la hora de entregar los mensajes y otros avances como el Telégrafo Eléctrico. Entre 1855-1857 se dejan de usar las líneas ópticas, aún sin terminar de construir. En 1874, la línea del Norte se vuelve a poner en macha con el proyecto de Mathé pero pronto desaparecerá.

Una de las torres del Telégrafo Óptico es la que se ha conservado en el barrio logroñés de El Cortijo. Construida en 1836-1837, en el contexto de la I Guerra Carlista y dentro de la línea ideada por Manuel Santa Cruz, sigue el patrón de construcción con dos pisos, fortificada y situando el telégrafo en el último nivel. En ella vivían un sargento, siete militares y un telegrafista, que debía superar un examen. Su telégrafo recibía los mensajes de las cercanías: Laguardia, Viana y la Torre de la iglesia de San Bartolomé de Logroño, a dónde se orientan sus ventanas. Tras el abandono de la línea telegráfica, la torre cayó en desuso y se fue degradando hasta quedar en pie únicamente sus cuatro paredes con sus ventanas, vanos y puerta. El edificio es conocido por la gente del barrio como El Castillo.

sábado, 16 de noviembre de 2024

Itoiz, un pueblo bajo sus aguas

 En la actualidad, este es el nombre de uno de los embalses más grandes y significativos de Navarra, sin embargo, antes era el nombre de una pequeña localidad que quedó anegada por la construcción de la presa homónima.

Las primeras menciones sobre la existencia de este lugar, hay que remontarlas a la Edad Media, cuando era un señorío de Realengo, que pagaba una Pecha anual, tal y como lo recoge el registro de 1280.

Redujo considerablemente sus impuestos entre 1280 y 1427 periodo de presencia de Peste Negra por estas tierras.

En 1802, Itoiz tenía38 habitantes.

En 1989, se propone la construcción del embalse, lo que supuso el punto y final a la existencia de Itoiz, que será derribado en 2003, cuando terminan los trabajos de construcción de la presa.

De Itoiz, destacarían:

-Iglesia de Santa Eulalia Se trataba de una construcción medieval, datada entre los siglos XII y XIII, aunque fue reformada en el siglo XVI y XVII. Tenía planta de cruz latina, con elementos añadidos y cubierta con bóvedas de crucería.

-Casas: Muchos de los edificios de Itoiz databan del siglo XVI, con elementos como arcos de medio punto en sus portadas.

-Palacio: Se ubicaba un poco apartado de las casas y destacaba una torre de piedra, insertada en el interior del edificio, con una cara reconstruida en ladrillo.

Interior de la Iglesia de Itoiz (Fuente)

Vista de Itoiz y su entorno antes de la construcción de la presa (Gran Enciclopedia de Navarra)
Vista actual del entorno anegado (BCE)

Iglesia de Itoiz (Catálogo Monumental de Navarra) 

Palacio de Itoiz antes de su reconstrucción (La Casa en Navarra, edición Caja de Ahorros de Navarra)

Vista general de Itoiz (Fuente)
Vista aérea de Itoiz (Archivo Abierto)


viernes, 15 de noviembre de 2024

Paseo de Los Reyes

 El paseo del Espolón es uno de los más castizos de Logroño. En sus más de 200 años de historia, ha sido testigo de innumerables acontecimientos y actos. Sus lados han ido cambiando con el paso del tiempo. Sus elementos también han ido rotando, unos con mejor fortuna que otros.

En 1734, el viejo Alcázar medieval de Madrid ardía en un incendio. En él se alojaba la corte y la casa del rey, por lo que rápidamente, se decidió que sobre su solar habría que levantar un nuevo palacio. El siglo XVIII es el siglo del Barroco, de las grandes monarquías. Felipe V, influido por sus parientes franceses e inspirado en los lujos de Versalles, ordenó a unos arquitectos italianos, Filippo Juvarra y Giaovanni Battista Sacchetti realizar los planos para la nueva sede regia, inundada por el arte Rococó. Para el nuevo edificio, el Padre Sarmiento diseñó un programa de 108 esculturas que representarían a los monarcas hispánicos desde los Visigodos, además de personajes precolombinos o emperadores romanos de origen hispano. Artistas italianos, franceses,… realizaron las esculturas que fueron colocadas en lo alto de las cornisas del edificio. Sin embargo, Carlos III ordenó retirarlas, al parecer, por el peso que suponían para el edificio. Tras esto, se decidió distribuirlas por el país.

Logroño recibió seis de estas esculturas, que fueron almacenadas en la Alhóndiga hasta que, en el año 1858, el Ayuntamiento decidió colocarlas en el Espolón. El conocido como Paseo de Los Reyes se inauguró el 23 de abril de ese mismo año. El primer emplazamiento del Paseo de Los Reyes fue el terreno que hoy ocupa la fuente y la estatua ecuestre del General Espartero. Con la llegada de éste, se pensó en trasladarlas unos metros, y ubicarlas junto al kiosco de música.

Las citadas esculturas, nos cuenta Jerónimo Jiménez que eran Pelayo, Ordoño, Leovigildo, Alfonso el Casto, Enrique I y Felipe V. Durante las primeras décadas del siglo XX, este entorno era un lugar apreciado para pasear, pues el Espolón se convirtió en el centro neurálgico de la ciudad.

La proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931 supuso el final de las estatuas, pues un grupo de radicales las destruyeron y esparcieron los restos por la plaza, terminando con unas importantes piezas artísticas que había en la ciudad. Habladurías afirman que sus restos fueron enterrados como cimientos en los solares contiguos a la antigua Plaza de Toros de La Victoria. Sin embargo, otros fragmentos acabaron en manos privadas.

Desde entonces, el Espolón ha cambiado de forma en varias ocasiones, borrando los restos que pudiesen quedar del pintoresco y artístico Paseo de Los Reyes, realizado con unas esculturas que cambiaron la manera de ver el arte en el siglo XVIII.

Los Reyes junto al Quiosco del Espolón (Colección Taquio Uzqueda)


sábado, 9 de noviembre de 2024

Historia perdida en Herrerías, 20

 

Sepultada por el paso del tiempo, olvidada en las crónicas históricas y víctima de la piqueta hace más de cien años, la casa que ocupó el actual número 20 de la calle Herrerías reclama su lugar en el pasado de la ciudad al identificarla en el día de hoy en una fotografía que nos permite ilustrar y conocer un poco más su llamativa arquitectura.

Los orígenes de esta casa se remontan al siglo XV, cuando se construye la parte inferior, realizada en piedra de sillería en la que destaca su portada, de estilo gótico, con una rica ornamentación en forma de líneas curvas formando un arco lobulado, con unas decoraciones humanas en sus lados y un escudo en la clave. En el muro se colocó una ventana, de la que tampoco se descuidó la decoración. Contó con otros dos pisos de altura realizados en ladrillo, que posteriormente se habían enlucido.  En su interior, contó con un patio. Poco sabemos de sus primeros habitantes y de sus primeros pasos en la historia de la ciudad.

En el vecindario de 1772, primero de la ciudad, menciona esta casa, a la que le asigna el número 238, que queda reflejado en el azulejo con un número azul que se ubicaba en lo alto de su portada. La documentación la señala como propiedad del Convento de Madre de Dios. Añade que en ella vive Lorenzo Santos, de profesión panadero. Es posible que este convento se hiciese con la casa a través de alguna donación o herencia.

Tras la desamortización, la casa pasó a manos particulares. En los nuevos padrones, la casa recibe el número 34, numeración que mantendrá hasta su derribo. En 1900, Luis Barrón levanta un plano de esta casa, siendo propietario Julián Tuesta. En 1903, este mismo arquitecto levanta un plano de reforma integral de la fachada y colocación de un piso más y una buhardilla. De esta nueva vivienda conservamos documentación en el Expediente HA8681, del Archivo Histórico Provincial de La Rioja.  Esta documentación comienza en 1909, cuando se registra de nuevo como propietario de la casa a Julián Tuesta, que la había adquirido a Amós Castroviejo. Todos los pisos de la casa se encontraban alquilados. Además, en este documento, nos menciona que hay un horno en el primer piso. En 1914, la situación permanece similar, habiendo cambiado los inquilinos de los pisos, añadiéndose además que la casa se reedifica.

En el año 1903, Aurelio de Colmenares y Orgaz, Conde de Polentinos, fotógrafo que construyó un considerable archivo en las primeras décadas del siglo XX. Una de estas imágenes es la que de momento es la única fotografía conocida de la casa Herrerías 20 (Por entonces 34), durante la visita del rey Alfonso XIII a nuestra ciudad, entre el 31 de agosto y el 2 de septiembre de 1903.



La casa en 1903, poco antes de su derribo (Aurelio Colmenares y Orgáz)


Plano de la casa, realizado por Luis Barrón (AML)


Dos vistas del lugar en la actualidad






Sancho de Funes, de Obispo de Calahorra a Santo Mártir

 Desconocemos los orígenes de este santo obispo. Sus orígenes se sitúan en Aragón, Navarra, Francia o incluso en el Corcueto de San Pedro, en Navarrete. Sus contemporáneos lo conocían como Sancho de Aragón o de los Aragoneses. Siguiendo la escasa documentación que conservamos sobre su vida, se puede pensar que estudió en el monasterio de San Aurencio de Aux, en Francia. Previamente, había sido el primer abad del monasterio de Santa María la Real de Nájera.  En 1116, murió el obispo de Calahorra, Sancho de Grañón. Tras esto, se nombra a Sancho de Funes como sucesor. La situación de la Reconquista en estos momentos es bastante compleja. Ante la muerte de su antecesor, el clero y el pueblo calagurritano elige a Sancho de Funes para desempeñar el cargo. La ciudad de Taragona fue el lugar donde tuvo lugar su nombramiento, que fue llevado a cabo por el Arzobispo de Auch. Sancho de Funes aparece en la primera mención escrita como obispo en el año 1118. Precisamente en ese año tendrá lugar la reconquista de Zaragoza y un año después, la de Tudela, momentos en los que Sancho estuvo presente y figura como obispo. En la primera, recibirá una bula papal concediendo indulgencias para reconstruir la ciudad. Tras estos acontecimientos, Sancho de Funes emprendió la labor de crear un taller de elaboración de códices y libros, para ello llegó a contar con once clérigos. La primera de estas obras data de entre los años 1121-1125, siendo un libro de coro. En la obra se recogen los nombres de los monjes y se incluye el de Sancho de Funes. Además, en estos años, Sancho de Funes se involucró en la reconstrucción de Calahorra, además de la catedral en 1129. Igualmente, este obispo colaboró en la reconstrucción de las casas circundantes al núcleo urbano. En 1122, se documenta la presencia de Sancho de Funes en un pleito en San Millán. La documentación también recoge informes en los que Sancho de Funes, dio aceite de la iglesia para la celebración de banquetes y fiestas, además de carne de los rebaños. Igualmente, ordenó inscribir los nombres de los clérigos en un libro para poder dar vigilias y misas por los difuntos. Unos años después, Alfonso I, autorizó la construcción de la iglesia, tras la reconquista del Valle del Alhama. En 1123, Sancho establece un priorato, filial a la catedral de Calahorra. Además, el Obispado contó con cinco arcedianos. En 1126, el obispado adquiere una casa en la localidad de Tudela. Igualmente, en la localidad de San Zolio (Sansol), en ese año aparece Sancho en la adquisición de una huerta. Igualmente, en esa misma fecha, Dominga, hija de Sancho de Baró se autodona al obispado, consagrando el obispo una iglesia dedicada a San Miguel en Ausejo. Durante su mandato, Sancho de Funes creó un sello con las figuras de san Emeterio y San Celedonio para el convento, que posteriormente será usado por el cabildo. En la década de los años 20 de ese siglo, las propiedades van in creciendo para el convento. Llegan a tener huertas en lugares tan lejanos como Rípodas en Navarra. Además, el obispado recibirá la iglesia de Pradejón. En 1129, Sancho y sus Arcedianos confirman la donación a Urraca de la iglesia de San Vicente de la Peña, documento en el que se recoge la firma manuscrita del obispo. Ese mismo año, el río arrasa Calahorra, obligando a los clérigos a trasladarse a otros templos más pequeños que la catedral. Tras esto, se planteó llevar la catedral a otro sitio, impidiendo la construcción de viviendas en el entorno del río. Sancho, devoto de los mártires, se opone a ello. Para conocer las siguientes noticias sobre Sancho de Funes hay que avanzar hasta el año 1132, cuando aparecen noticias de nuevas donaciones. En ese año, se trasladaron los cuerpos de los santos a un altar nuevo, construido por Sancho de Funes. Al acto acudieron el obispo de Auch y el de Osma siendo una jornada festiva en la ciudad de Calahorra. Con este solemne acto, la devoción a los santos calagurritanos creció, al mismo tiempo que las donaciones. Además, en ese mismo año, Sancho de Funes pudo haberse reunido con el rey en el cerro de Cantabria y estar presente ne la toma de Fraga. En 1134 aparece la primera mención al palacio obispal, señalando que el obispo estaba separado de los clérigos. En ese año murió el rey Alfonso I. Un año después, Sancho de Funes figura como obispo de Nájera. En 1137, el obispo de Burgos demandó al de Calahorra por la potestad de Pino de Abajo. El Rey dejó a los habitantes que eligiesen a quien pertenecían, que se decantaron por el calagurritano. El 1 de agosto de ese año, consagró la ermita de Santa María de la Piscina. Hacia 1044, tiene lugar una importante plaga de langostas. Para combatirla, se envió desde Roma a otro obispo, San Gregorio, que murió en Sorlada en 1044. Sin embargo, hay noticias de una plaga de esta especie en 1137 en Calahorra. En 1138, se hace una donación a Armentia. Un año después, el rey de Castilla confirma una donación al monasterio de San Millán hecha por un rey de Navarra. Sancho de Funes estará presente en este acto. En 1140, el obispo tendrá que acudir a Santo Domingo para defender la posesión de este lugar en su obispado. Además, en ese año, Alfonso I y García el Restaurador estuvieron a punto de batallear por el control del territorio. Sancho de Funes medió entre ambos, reuniéndolos, quizás en Yerga para acercar posturas y hacer una promesa de casamiento entre los infantes. Un año después consagrará el monasterio de Niencebas, en la zona entre Grávalos, Alfaro y Fitero, actualmente desaparecido. En 1144, Sancho de Funes emprende un viaje hacia Roma, buscando la protección del papa. Antes de partir, dispuso sus propiedades. Una donación en el año 1145 es la última noticia que tenemos sobre la vida de Sancho de Funes. Se sabe también que este obispo estuvo presente en la donación de Lagunilla al Monasterio de San Prudencio en este mismo año, que el rey hizo en un viaje a Toledo, al que le acompañaría Sancho de Funes.

Cuenta la leyenda que la muerte de Sancho de Funes, llamado de Aragón tuvo lugar según las fuentes el 10 de noviembre de 1146, en el entorno del puente de Partelahidiez, en Ribafrecha, asaltado por sus clérigos mientras hacía una visita pastoral. Se dice que detrás de este asesinato estaba su lucha contra la simonía en la diócesis. Pero nada afirma ni desmiente esta teoría. Sin embargo, el lugar donde fue enterrado puede servir como pista. La historia cuenta que los restos mortales de Sancho de Funes fueron recogidos por los monjes del monasterio de San Prudencio, colocándolos a la izquierda del santo principal. Se puede anotar que las historias señalan que los huesos siempre estaban frescos y aún estaban ensangrentados. Sobre el arca, había un cuadro en el que se representaba el asesinato de Sancho de Funes. Tras la desamortización, su busto relicario, en el que se custodia su cráneo y la arqueta fueron trasladadas a La Redonda, lugar donde se custodian hasta la actualidad.



Busto Relicario de Sancho de Funes en La Redonda

viernes, 8 de noviembre de 2024

Baldosas de República Argentina, de Patrimonio a Ruina

 El día 21 de marzo, empezaron las obras de remodelación de la Calle República Argentina en Logroño. Esta intervención, no exenta de polémica por los comerciantes, ha supuesto el traslado de su lugar original de unas de las baldosas, realizadas exclusivamente para nuestra ciudad en los años 70. La producción de este peculiar pavimento corrió a cargo de la empresa Escofer. En él se reproducía la imagen de un pez, recordando al popular reparto del pan y el pez como símbolo de las fiestas de San Bernabé. Estas piezas no son muy habituales y únicamente quedaban las colocadas en esta calle. Días antes del comienzo de las obras, el Consistorio Logroñés se comprometió a conservarlas. Sin embargo, un considerable número de las piezas de este pavimento han sido picadas y arrancadas sin ningún cuidado, conservando únicamente unas pocas, que han sido trasladadas al Almacén Municipal, mientras, asociaciones y ciudadanos piden su recolocación y reconstrucción de las faltantes, siguiendo el modelo existente. Observando las piezas, podemos ver que las había de dos modelos claramente diferenciados, una con el contorno más marcado y otra sin las líneas de los bordes.

Contemporáneas a estas, son otras baldosas que representan dos hojas y dos racimos de uvas y de las que se conservan un gran número de ejemplares en diferentes calles de la ciudad.

Modelo de Baldosa del pez

Montón de baldosas rotas

Algunas baldosas conservadas (Foto David Antón)

Destrucción del pavimento (Foto Sergio Larrauri)


El Guardián del Ebro

 Ubicado en la entrada norte de la ciudad, junto al Puente de Piedra se alzó hasta hace unos siglos el castillo de Logroño. Las imágenes que conservamos de él son escasas, al igual que las descripciones, sin embargo, sabemos que fue un importante punto para la ciudad.

Como ocurre con muchas fortalezas medievales, sus orígenes nos son desconocidos, en gran parte, por la escasez de fuentes. Las primeras referencias documentales que se conservan, datan del siglo XII, aunque muy posiblemente existiese ya en el XI. Bajo el reinado de Alfonso el Batallador conocemos la presencia de al menos cuatro tenentes navarros. Durante los siglos posteriores hemos de suponer que el edifico estuvo cumpliendo con su función. En 1527 conocemos una remodelación, propuesta por Álvaro de Luna. Volvemos a conocer documentación, esta vez más detallada en el año 1549, Juan González del Campo toma posesión de la fortaleza. Nada más llegar, ordena hacer un inventario de los objetos que hay allí. En el citado inventario se menciona la existencia de una Torre Vieja, ubicada en el interior de la ciudad y una Torre del Homenaje, la más destacada del edificio. En 1572, el edificio es reformado de nuevo. El 20 de noviembre de 1573, el Concejo de Logroño declara el edificio en ruina y ordena su derribo. Además, menciona que no hay alcaide hace unos años, aunque parece que finalmente no llegó a ejecutarse tal derribo. En 1592 es el rey quien se interesa por el estado de la fortaleza. De nuevo se hace una descripción, añadiendo que la torre que se erige junto al Convento de San Francisco está vacía y la otra se encontraba en muy mal estado. Esta torre estaba unida a la primera del puente y junto a ella estaba la vivienda del alcaide. Señala también que las dos torres se unen por muros y que en el medio hay un patio. La respuesta real pasa por que los alcaides vuelvan a habitar la fortaleza. Las continuas avenidas del Ebro y la proximidad de la orilla, dañaron en varias ocasiones las murallas y pusieron en peligro a la fortaleza durante el siglo XVI. Pese a este arreglo, el castillo se va degradando en los siguientes siglos. Su uso se retomó a principios del siglo XIX, cuando es habitado de nuevo. Esta vez como cárcel provisional en la llamada Torre de la Cigüeña. Para entonces, el edifico está ya en muy malas condiciones, pero aún conserva las dos torres y parte de las murallas. En 1824 es usado como almacén de pólvora y en 1839, el Ejército dibuja unos planos y aún incluye las edificaciones de la vieja fortaleza de la ciudad. En 1870 ya no queda ningún resto de la fortaleza.

El paso del siglo XIX y el crecimiento urbano hicieron desaparecer los últimos restos de la fortaleza de Logroño. Sin embargo, en los primeros años del siglo XXI, una intervención urbanística en la zona sacó a la luz los restos de una importante torre y varias murallas, unidas a los arranques del puente medieval. Sin embargo, estos restos fueron desmontados y hoy en día se encuentran en el Parque de Servicios del Ayuntamiento, a la espera de ser repuestos algún día para el disfrute de la ciudad.

Las representaciones gráficas que conservamos del Castillo de Logroño son muy escasas. Quizás, las más antiguas hemos de buscarlas en los sellos del Concejo, datados del siglo XIV, en los que se reproduce el puente con las tres torres de una forma muy genérica. En el siglo XIX, se empiezan a realizar grabados. Los que recogen el castillo datan del año 1846. En la actualidad no conocemos ninguna fotografía de esta fortaleza.

Descubrimiento de los restos del Castillo (Taquio Uzqueda)

Grabado decimonónico con la torre del Castillo (Navarra, Castillos que defendieron un reino)


lunes, 20 de marzo de 2023

Capítulo final en la historia del Puente Mantible de Logroño

 Situado aguas arriba, pero dentro del término municipal de Logroño, se construye el que puede ser el puente más antiguo de la ciudad de Logroño. Hablamos sin duda del Puente Mantible declarado Bien de Interés Cultural en 1983 y del que hasta 2021 subsistían dos arcos, uno en la ribera logroñesa del Ebro y otro en la vasca. Ahora solo queda el alavés.

La denominación de Puente Mantible (Puente Viejo) aparece en dos puntos de la geografía española, uno en Logroño y otro en Garrovillas de Alconétar (Cáceres).

Las leyendas sobre El Puente Mantible son muchas, relacionadas con personajes como Carlomagno, Finebrás, … mencionados también en un capítulo de Don Quijote de La Mancha y que da título a una obra de Pedro Calderón de La Barca. Sin embargo, estas alusiones se relacionan con el Mantible cacereño.

Menos resonada, pero no por ello menos importante, es la historia del Puente Mantible riojano, aunque es un tanto complejo conocer sus orígenes. Uno de los que se han propuesto es un origen romano, hacia el siglo II d.C., aunque no hay certeza de este hecho. Esta teoría plantea que el puente serviría para saltar el río, siguiendo una calzada procedente de Vareia y Tricio. Otra hipótesis, retrasa hasta el siglo XI la construcción del puente. Según esta propuesta, el Puente Mantible sería construido junto con el de Puente la Reina (Navarra) bajo el reinado de Sancho III El Mayor, en un proyecto para conectar Pamplona y Nájera.

Una tercera hipótesis plantea que el Puente Mantible fuese una construcción romana, reformado en la Edad Media.

El número de arcos también ha sido discutido, proponiendo una construcción con seis o siete arcos de medio punto con diferentes alturas, colocando el primero en una colina. Con un cauce normal únicamente los dos primeros arcos quedarían sobre el río.

En el siglo XII, el Puente Mantible queda inutilizado por algún motivo desconocido, aunque lo más probable parece ser una riada. En el año 1095, tenemos la primera mención al Puente de San Juan (Puente de Piedra de Logroño) en el Fuero de Logroño. Tras la destrucción en el siglo XII, el Puente Mantible volvió a ser usado destruyéndose finalmente en el siglo XV en alguna guerra. Recientes estudios señalan que el arco central fue dinamitado, dejando en mal estado al primero.

Desde entonces hasta la actualidad, el Puente Mantible ha subsistido parcialmente, exigiendo cada vez más una reforma que salve a este huérfano monumento logroñés. Sin embargo, esta nunca llegó y el 25 de enero de 2021, el arco logroñés se vino abajo, dejando únicamente la pila y el estribo. Tristemente, en ese momento  fue cuando se activó el protocolo de restauración por parte del Ayuntamiento, que plantea una reconstrucción que no suplirá la pérdida del original, pues únicamente será una copia.

Arco logroñés del Puente Mantible en la década de los 70 (Foto Petra Alcalde Morales)

Vista general del puente en los 80 (Foto Petra Alcalde Morales)

El arco logroñés en los años 80. (Foto Petra Alcalde Morales)

El arco logroñés en 1910, con su forma original
Arco logroñés derrumbado (BCE)

Vista de la pila del Puente Mantible (BCE)

Las piedras es cuanto ha quedado del arco logroñés (BCE)




sábado, 28 de enero de 2023

Escuelas de niñas de Bretón de los Herreros, un edificio olvidado

 Hoy en día, la Calle Bretón de los Herreros es una de las arterías más céntricas y destacables de Logroño. Sin embargo, sus orígenes se remontan a los fosos de las murallas, construidas en el lugar que hoy ocupan las viviendas decimonónicas.

El siglo XIX, supuso una revolución para la España del momento, pues, entre otras mejoras, se centró en que la Educación llegase a todas las personas por igual. Para poder llevar este ambicioso proyecto a cabo y acabar con los problemas de analfabetismo, el Gobierno central delegó en las Diputaciones, que empezaron a tomar cartas en el asunto para crear lugares de enseñanza para todos los niveles. Los lugares prexistentes, fuera de las iglesias, o conventos, eran a menudo lugares insalubres y con muchas carencias. Contra esto, se promulgará un real decreto en 1838, dando las pautas de cómo tendrían que ser los lugares de enseñanza.

La Ley Moyano supuso el despegue de un nuevo tipo de enseñanza.

En Logroño, sin embargo, las novedades tardarán unos años en llegar. En 1841, únicamente había un Instituto de Segunda Enseñanza y el Seminario. Sin embargo, poco a poco se van abriendo nuevas escuelas, llegando a 13 a finales de siglo. En 1865, el Ayuntamiento empieza a estudiar la posibilidad de construir una escuela de Párvulos en el entorno del Revellín, encuadrándose ya en las directrices marcadas por las nuevas leyes.

Uno años después, en 1877, el Ayuntamiento propone la construcción de una escuela de Niñas, que ubicará en la esquina entre las actuales Víctor Pradera y Bretón de los Herreros. Este nuevo edificio, será uno de los primeros que se construirán fuera de las murallas.

El encargado de realizar su construcción será el arquitecto municipal del momento, Francisco Luis y Tomás. Para su construcción planteó un diseño austero, con planta cuadrangular y tres pisos de altura, sin apenas decoración. Esto pone de manifiesto la escasez económica que había en el momento de la construcción.

En la memoria, menciona que existen unas instalaciones anteriores, pero que sus condiciones no son las adecuadas para su labor. En 1878, fueron entregadas e inauguradas. En esos momentos, la Calle Bretón de Los Herreros recibía el nombre de Muro de San Blas, aunque, poco tiempo después, la importancia de las escuelas mudó su nombre a cortina o muro de las Escuelas.

Esto nos demuestra la popularidad del edificio, que permaneció en uso durante largo tiempo. En 1902, la calle recibió el nombre de Bretón de Los Herreros, perdiendo así su antigua denominación. Sin embargo, las escuelas permanecieron en pie hasta el año 1942, cuando el edificio es derribado para construir el nuevo palacio de Justicia.

Las imágenes que conocemos de este edificio son muy escasas, la mayoría, muy previas al derribo y siempre, exteriores.

Las Escuelas vistas desde el patio interior (Foto Archivo Histórico Provincial de La Rioja)

La Casa de Socorro y las escuelas en una foto de 1935 (Foto IER)


miércoles, 30 de noviembre de 2022

De la Pescadería quedó el pescado

La calle Sagasta es la calle más moderna del Casco Antiguo Logroñés. Su construcción fue la obra más destacada de la ciudad decimonónica. Sus casas llevan la impronta de los arquitectos más importantes del Logroño de la época. El número 7, acogió uno de los negocios más carismáticos de la ciudad, Pescadería Suso, que cerró sus puertas en 2004.

La historia de la casa que hoy lleva el número 7 de la calle Sagasta empezó en 1887, cuando la casa era propiedad de Evaristo Aguirre y llevaba el número 6 de la calle de los Abades. El 2 de diciembre de este año, el propietario pide autorización al Ayuntamiento para reformar la casa preexistente. El proyecto será autorizado al día siguiente. Luis Barrón será el encargado de la realización del proyecto.  

A mediados del siglo XX, en el bajo de este local se abrió la Pescadería Suso, que pronto destacó por vender productos de marisco como percebes o angulas, por entonces no muy conocidos en la ciudad durante las fiestas navideñas. Estos productos fueron muy apreciados por los clientes, por lo que su popularidad pronto llegó a toda la ciudad y alrededores.

En 1966 Moisés Suso, propietario del bajo, pide autorización al Ayuntamiento para reformar la pescadería que tiene en el entonces número 11 de Sagasta. Las obras supusieron, sobre todo, unas óptimas condiciones de salubridad, además de la sustitución de mobiliario e iluminación.  Además, se reforma la fachada, colocando una escultura de un pez sobre la fachada de la tienda. El encargado de realizar este proyecto fue el arquitecto Fidel Ruiz Río. La pescadería era atendida por el propio Moisés Suso y su mujer, María, junto con algunos empleados. La aceptación de sus productos era muy buena, contando con mucha clientela, entre ellos, la vecina cafetería Granja de Oriente. Sus productos fueron referentes para la ciudad y la gente que venía de los pueblos. El tamaño del local, obligó a realizar una tienda de un tamaño muy pequeño, con un mostrador en el que se exponía el pescado fresco, congelado y los mariscos. Este, en poco tiempo, fue uno de los elementos distintivos de esta pescadería, que permaneció abierta hasta finales del siglo XX, cuando se vuelve a pedir licencia de apertura en 1995, después de unos años sin actividad. Esta llegará en el año 1996. Los propietarios serán los hijos del matrimonio fundador.

Tras este breve periodo de tiempo, la pescadería cerró de forma permanente en el año 2004. Un tiempo después, en el año 2007, el local se volvió a abrir como chuchería. Un año antes, se había reformado el escaparate, puertas e interior, cambiando la disposición de la pescadería. Posteriormente, el local acogió una peluquería, una crepería y desde el día 23 de abril de 2022, el histórico local acoge la librería Castillo de Libros.

Pese a todos los cambios sufridos, la pescadería dejó su impronta en la fachada, pues el pescado tallado en la fachada, sigue en su lugar, recordando a mucha gente la presencia de este histórico y popular negocio.

Pescadería Suso en los años 80 (Foto Facebook)


lunes, 28 de noviembre de 2022

Presentación

 Mañana a las 19;00 h, en el Hogar Navarro de Logroño presentaremos un pequeño documental que hemos realizado de los hitos patrimoniales más importantes del Camino de Santiago en Navarra (Leire, Javier, Sangüesa y Eunate). La producción y realización del vídeo ha corrido a cargo de Juan Manuel Zaldivar Ezquerro, Luis Ángel García y Bruno Calleja Escalona.