Ubicado en la entrada norte de la ciudad, junto al Puente de Piedra se alzó hasta hace unos siglos el castillo de Logroño. Las imágenes que conservamos de él son escasas, al igual que las descripciones, sin embargo, sabemos que fue un importante punto para la ciudad.
Como ocurre con muchas fortalezas medievales, sus orígenes
nos son desconocidos, en gran parte, por la escasez de fuentes. Las primeras
referencias documentales que se conservan, datan del siglo XII, aunque muy
posiblemente existiese ya en el XI. Bajo el reinado de Alfonso el Batallador
conocemos la presencia de al menos cuatro tenentes navarros. Durante los siglos
posteriores hemos de suponer que el edifico estuvo cumpliendo con su función. En
1527 conocemos una remodelación, propuesta por Álvaro de Luna. Volvemos a
conocer documentación, esta vez más detallada en el año 1549, Juan González del
Campo toma posesión de la fortaleza. Nada más llegar, ordena hacer un
inventario de los objetos que hay allí. En el citado inventario se menciona la
existencia de una Torre Vieja, ubicada en el interior de la ciudad y una Torre
del Homenaje, la más destacada del edificio. En 1572, el edificio es reformado
de nuevo. El 20 de noviembre de 1573, el Concejo de Logroño declara el edificio
en ruina y ordena su derribo. Además, menciona que no hay alcaide hace unos
años, aunque parece que finalmente no llegó a ejecutarse tal derribo. En 1592
es el rey quien se interesa por el estado de la fortaleza. De nuevo se hace una
descripción, añadiendo que la torre que se erige junto al Convento de San
Francisco está vacía y la otra se encontraba en muy mal estado. Esta torre
estaba unida a la primera del puente y junto a ella estaba la vivienda del
alcaide. Señala también que las dos torres se unen por muros y que en el medio
hay un patio. La respuesta real pasa por que los alcaides vuelvan a habitar la
fortaleza. Las continuas avenidas del Ebro y la proximidad de la orilla,
dañaron en varias ocasiones las murallas y pusieron en peligro a la fortaleza
durante el siglo XVI. Pese a este arreglo, el castillo se va degradando en los
siguientes siglos. Su uso se retomó a principios del siglo XIX, cuando es habitado
de nuevo. Esta vez como cárcel provisional en la llamada Torre de la Cigüeña.
Para entonces, el edifico está ya en muy malas condiciones, pero aún conserva
las dos torres y parte de las murallas. En 1824 es usado como almacén de
pólvora y en 1839, el Ejército dibuja unos planos y aún incluye las
edificaciones de la vieja fortaleza de la ciudad. En 1870 ya no queda ningún
resto de la fortaleza.
El paso del siglo XIX y el crecimiento urbano hicieron desaparecer
los últimos restos de la fortaleza de Logroño. Sin embargo, en los primeros
años del siglo XXI, una intervención urbanística en la zona sacó a la luz los
restos de una importante torre y varias murallas, unidas a los arranques del
puente medieval. Sin embargo, estos restos fueron desmontados y hoy en día se
encuentran en el Parque de Servicios del Ayuntamiento, a la espera de ser
repuestos algún día para el disfrute de la ciudad.
Las representaciones gráficas que conservamos del Castillo
de Logroño son muy escasas. Quizás, las más antiguas hemos de buscarlas en los
sellos del Concejo, datados del siglo XIV, en los que se reproduce el puente
con las tres torres de una forma muy genérica. En el siglo XIX, se empiezan a
realizar grabados. Los que recogen el castillo datan del año 1846. En la
actualidad no conocemos ninguna fotografía de esta fortaleza.
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