viernes, 15 de noviembre de 2024

Paseo de Los Reyes

 El paseo del Espolón es uno de los más castizos de Logroño. En sus más de 200 años de historia, ha sido testigo de innumerables acontecimientos y actos. Sus lados han ido cambiando con el paso del tiempo. Sus elementos también han ido rotando, unos con mejor fortuna que otros.

En 1734, el viejo Alcázar medieval de Madrid ardía en un incendio. En él se alojaba la corte y la casa del rey, por lo que rápidamente, se decidió que sobre su solar habría que levantar un nuevo palacio. El siglo XVIII es el siglo del Barroco, de las grandes monarquías. Felipe V, influido por sus parientes franceses e inspirado en los lujos de Versalles, ordenó a unos arquitectos italianos, Filippo Juvarra y Giaovanni Battista Sacchetti realizar los planos para la nueva sede regia, inundada por el arte Rococó. Para el nuevo edificio, el Padre Sarmiento diseñó un programa de 108 esculturas que representarían a los monarcas hispánicos desde los Visigodos, además de personajes precolombinos o emperadores romanos de origen hispano. Artistas italianos, franceses,… realizaron las esculturas que fueron colocadas en lo alto de las cornisas del edificio. Sin embargo, Carlos III ordenó retirarlas, al parecer, por el peso que suponían para el edificio. Tras esto, se decidió distribuirlas por el país.

Logroño recibió seis de estas esculturas, que fueron almacenadas en la Alhóndiga hasta que, en el año 1858, el Ayuntamiento decidió colocarlas en el Espolón. El conocido como Paseo de Los Reyes se inauguró el 23 de abril de ese mismo año. El primer emplazamiento del Paseo de Los Reyes fue el terreno que hoy ocupa la fuente y la estatua ecuestre del General Espartero. Con la llegada de éste, se pensó en trasladarlas unos metros, y ubicarlas junto al kiosco de música.

Las citadas esculturas, nos cuenta Jerónimo Jiménez que eran Pelayo, Ordoño, Leovigildo, Alfonso el Casto, Enrique I y Felipe V. Durante las primeras décadas del siglo XX, este entorno era un lugar apreciado para pasear, pues el Espolón se convirtió en el centro neurálgico de la ciudad.

La proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931 supuso el final de las estatuas, pues un grupo de radicales las destruyeron y esparcieron los restos por la plaza, terminando con unas importantes piezas artísticas que había en la ciudad. Habladurías afirman que sus restos fueron enterrados como cimientos en los solares contiguos a la antigua Plaza de Toros de La Victoria. Sin embargo, otros fragmentos acabaron en manos privadas.

Desde entonces, el Espolón ha cambiado de forma en varias ocasiones, borrando los restos que pudiesen quedar del pintoresco y artístico Paseo de Los Reyes, realizado con unas esculturas que cambiaron la manera de ver el arte en el siglo XVIII.

Los Reyes junto al Quiosco del Espolón (Colección Taquio Uzqueda)


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