La calle Sagasta es la calle más moderna del Casco Antiguo Logroñés. Su construcción fue la obra más destacada de la ciudad decimonónica. Sus casas llevan la impronta de los arquitectos más importantes del Logroño de la época. El número 7, acogió uno de los negocios más carismáticos de la ciudad, Pescadería Suso, que cerró sus puertas en 2004.
La historia de la casa que hoy lleva el número 7 de la calle
Sagasta empezó en 1887, cuando la casa era propiedad de Evaristo Aguirre y
llevaba el número 6 de la calle de los Abades. El 2 de diciembre de este año,
el propietario pide autorización al Ayuntamiento para reformar la casa
preexistente. El proyecto será autorizado al día siguiente. Luis Barrón será el
encargado de la realización del proyecto.
A mediados del siglo XX, en el bajo de este local se abrió
la Pescadería Suso, que pronto destacó por vender productos de marisco como
percebes o angulas, por entonces no muy conocidos en la ciudad durante las
fiestas navideñas. Estos productos fueron muy apreciados por los clientes, por
lo que su popularidad pronto llegó a toda la ciudad y alrededores.
En 1966 Moisés Suso, propietario del bajo, pide autorización
al Ayuntamiento para reformar la pescadería que tiene en el entonces número 11
de Sagasta. Las obras supusieron, sobre todo, unas óptimas condiciones de
salubridad, además de la sustitución de mobiliario e iluminación. Además, se reforma la fachada, colocando una
escultura de un pez sobre la fachada de la tienda. El encargado de realizar
este proyecto fue el arquitecto Fidel Ruiz Río. La pescadería era atendida por
el propio Moisés Suso y su mujer, María, junto con algunos empleados. La
aceptación de sus productos era muy buena, contando con mucha clientela, entre
ellos, la vecina cafetería Granja de Oriente. Sus productos fueron referentes
para la ciudad y la gente que venía de los pueblos. El tamaño del local, obligó
a realizar una tienda de un tamaño muy pequeño, con un mostrador en el que se
exponía el pescado fresco, congelado y los mariscos. Este, en poco tiempo, fue
uno de los elementos distintivos de esta pescadería, que permaneció abierta
hasta finales del siglo XX, cuando se vuelve a pedir licencia de apertura en
1995, después de unos años sin actividad. Esta llegará en el año 1996. Los
propietarios serán los hijos del matrimonio fundador.
Tras este breve periodo de tiempo, la pescadería cerró de
forma permanente en el año 2004. Un tiempo después, en el año 2007, el local se
volvió a abrir como chuchería. Un año antes, se había reformado el escaparate,
puertas e interior, cambiando la disposición de la pescadería. Posteriormente,
el local acogió una peluquería, una crepería y desde el día 23 de abril de
2022, el histórico local acoge la librería Castillo de Libros.
Pese a todos los cambios sufridos, la pescadería dejó su
impronta en la fachada, pues el pescado tallado en la fachada, sigue en su
lugar, recordando a mucha gente la presencia de este histórico y popular
negocio.
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