miércoles, 25 de diciembre de 2024

Se derrumba la espadaña de la antigua iglesia de Olóriz Bajo

El pasado invierno, se derrumbó el último arco de la espadaña de la iglesia navarra de Olóriz Bajo, en ruinas desde hace más de dos siglos y en la actualidad ubicada dentro de una finca forestal del Gobierno de Navarra.

La documentación que hay sobre esta construcción es relativamente escasa. Arquitectónicamente, podemos afirmar que se trata de una iglesia de estilo de transición del románico al gótico. Este despoblado se ubica en el Valle de Arce, en concreto dentro del Valle del Río Gurpegui, un área muy afectada por la despoblación, dado que sus cinco pueblos: Zazpe, Olóriz Alto, Olóriz Bajo, Equieta y el propio Gurpegui se encuentran abandonados.

Las primeras noticias a este despoblado se encuentran en el año 1280, cuando este lugar pagaba impuestos. En 1366, en el Libro de Fuegos, el lugar ya está despoblado, manteniéndose así hasta la actualidad. La existencia de dos localidades con el mismo nombre, hace difícil conseguir noticias concretas. Durante los siglos posteriores, las tierras aparecen trabajadas por gente de Nagore. No hay mención a edificaciones en este lugar en ninguno de los diccionarios históricos del siglo XIX, ni tampoco lo hace en los del siglo XX. En este siglo, el lugar se transforma en una finca forestal del Gobierno de Navarra.

Arquitectónicamente, de esta iglesia podemos decir que tuvo una nave única, con arco apuntado y una espadaña con dos ojos apuntados. Sus restos son perfectamente visibles desde la carretera que une Aoiz y Nagore, construida en el 2003, ante el llenado de la presa de Itoiz.



La iglesia en 2018

La iglesia en 2022



miércoles, 18 de diciembre de 2024

¿Dónde está Bonifacio Montalbo? La Historia del Alcalde Desaparecido de Ribafrecha



Mucha gente en La Rioja ha oído la historia del famoso alcalde desaparecido de Ribafrecha, una historia real, transformada en leyenda popular, como un fantasma que sigue sobrevolando al nombre de la localidad riojana. Sin embargo, los datos históricos nos permiten arrojar algo más de luz sobre tan luctuoso suceso, que guarda una importante relación con la politica nacional del momento.

Corría el día 21 de enero de 1910 cuando Bonifacio Montalbo, alcalde de Ribafrecha salía de su casa en dirección al corral donde guardaba unas gallinas, con el fin de darles de comer. Esta es la última refrencia que se tiene a él.

El Ayuntamiento de Ribafrecha presentaba una situación adversa ya desde finales del siglo XIX, pues son muchas las noticias en las que se le requieren cuentas o informes, también varios concejales se quejan del funcionamiento y estado de la alcaldía de Ribafrecha. La tensión y el mal estar fue creciendo con el paso del tiempo, dándose casos como el del 12 de agosto de 1906 cuando se suspendió de sus funciones al secretario municipal.

Un año después, el 27 de enero de 1907 varios vecinos presentan firmas quejándose de la mala gestión que se está llevando en el Ayuntamiento de Ribafrecha, pidiendo que se haga pagar a todos los que tengan deudas y tratar así de recuperar la salubridad del Consistorio. En ese momento se presentaron doscientas tres firmas. Ante esto las autoridades volvieron a reclamar al Ayuntamiento y el 9 de febrero se cesó de nuevo al secretario, de lo que resultó que el Alcalde pide la dimisión al no encontrarse capacitado para poder desempeñar el cargo. Sin embargo los problemas internos en el Ayuntamiento continuaron, pues el 23 de marzo se requiere de nuevo al Consistorio para que presente el estado de cuentas.

La difícil situación que vivía este consistorio se mantuvo y se agravó en los años venideros, a la vez que la tensión entre los integrantes del mismo. En estas condiciones, el 16 de febrero de 1909 se abre el plazo de presentación de candidaturas para las listas electorales.

La situación estalló cuando el 27 de abril los liberales se quejan de que no han podido proponer candidatos para las alcaldías de varios pueblos, entre ellos Ribafrecha. Ante esta tesitura y unos días después, Bonifacio Montalvo García que posteriormente será alcalde de Ribafrecha y tres concejales más, remiten una carta al periódico quejándose del reparto de votos y concejales en ese Ayuntamiento. Sin embargo el descontento por esta misma causa también se dio en otros pueblos cercanos, que empezaron a poner en duda los métodos electorales que se venían aplicando desde mediados del siglo XIX.

Mientras tanto el 17 de junio de 1909 la prensa señala que el asunto de las listas electorales continuaba sin resolverse. Esto se solventó el 14 de julio cuando finalmente se anularon las elecciones en Ribafrecha y Ocón y tuvieron que volver a celebrarse. Esto supuso que fuese necesario presentar unas nuevas listas electorales con candidatos, que el 23 de julio se anularon, pidiendo que se eligiese a gente competente para formar parte del Consistorio. Esto llevó a Bonifacio Montalvo a pedir que se anulase la Junta Electoral. El 5 de agosto se atendió su propuesta anulando a la citada junta.

Las elecciones se realizaron en un ambiente de tensión en el que la Guardia Civil tuvo que estar presente. En ellas ganó la formación liberal con su candidato Bonifacio Montalvo, llevando a juicio a la anterior Junta Electoral, acusándolos de corrupción.

Con estos resultados, el 4 de septiembre se pidió que se conformase la corporación y el día 30 de septiembre se dieron por válidas las elecciones, sin embargo la tensión ya es dueña del Ayuntamiento pues el anterior alcalde no quiere dar paso a la nueva corporación elegida. Este asunto fue puesto en conocimiento de instancias nacionales y finalmente el día 19 de octubre se constituyó el Ayuntamiento, al acto acudió el Gobernador Civil dada la difícil situación que se estaba viviendo.

Mientras esto ocurría, las diferencias entre los concejales del Ayuntamiento fueron incrementándose, llegando a dudar unos de la capacidad de los otros y la tensión municipal se mantuvo durante un tiempo haciendo muy difícil el correcto gobierno de ese Ayuntamiento.

El día 21 de enero de 1910 se daba la noticia de que había desaparecido Bonifacio Montalvo García, Alcalde de Ribafrecha. La prensa señala que entre las siete y las ocho de la mañana, el Alcalde acudió a su corral donde daba de comer a las gallinas, perdiéndosele allí la pista. Al hacer la investigación únicamente se encontraron las llaves del corral puestas por dentro.

El caso de la desaparición del Alcalde de Ribafrecha llenó hojas y hojas de periódico, contando muy diferentes versiones de un hecho que marcó a todo el pueblo y del que nunca se supo lo ocurrido.

La prensa del momento comenzó publicando diferentes testimonios, en los que se hablaba de que el cadáver había sido arrojado a un horno de yeso o a una cuba de vino. Otros hablaban de que el crimen se habría cometido en el cementerio y el cuerpo se habría colocado debajo del de una sobrina suya que había fallecido ese mismo día.

La noticia traspasó las fronteras de La Rioja, publicándose durante mucho tiempo en los periódicos nacionales. La investigación de lo ocurrido también cambió de mano en varias ocasiones, sin que ninguna llegase a dar con una explicación coherente de lo ocurrido.

En estos años, en España se está desmantelando el conocido como Sistema Canovista o de la Restauración que mantenía un turno de partidos, Conservador y Liberal en el poder nacional. Para conseguir este objetivo se recurría habitualmente al falseo de elecciones, utilizando la corrupción electoral. Aparte de restringir el sufragio, también se han documentado votos de personas fallecidas, la introducción en las urnas de más de una papeleta por persona o la colocación de estas en lugares inaccesibles, como en lo alto de los campanarios. Aún así, si no se recogía el resultado esperado, se vaciaban las urnas y se rellenaban con nuevas papeletas.

Este sistema permitió que se mantuviesen en el poder élites caciquiles que controlaban absolutamente todos los ámbitos de la vida. Con la llegada del siglo XX, este sistema corrupto se fue desmontando, pues poco a poco el sufragio se fue ampliando y fueron muchas las voces que reclamaban limpieza en las elecciones. Esto puso a las élites cada vez en una situación peor, pudiendo controlar cada vez menos el sistema. El caso de Bonifacio Montalvo es uno de ellos, pero no fue el único que alzó la voz contra este sistema, requiriendo una mayor transparencia en los municipios. Precisamente, en el momento en el que ocurrió la desaparición del alcalde estaba a punto de ser elegido Presidente del Gobierno José Canalejas, defensor de la limpieza electoral y política, de pensamiento igualmente liberal que consiguió desterrar este sistema e imponer un modelo de estado moderno. Sin embargo, Canelejas corrió un destino muy similar al de Bonifacio Montalvo, pues el 12 de noviembre de 1912 fue asesinado en la Puerta del Sol cuando miraba el escaparate de una librería.

En La Rioja, en el mismo periodo que Bonifacio Montalvo, hay otros alcaldes y candidatos de distintos municipios que también comenzaron a poner en duda el sistema. En años venideros serán muchos los pueblos que comenzarán a desconfiar del sistema ayudándole así a desaparecer, como el caso de Nájera y Baños de Río Tobía, un año después que Ribafrecha.

El caso de Bonifacio Montalvo fue seguido de forma intensa por la prensa del momento que cada día trataba de dar noticias nuevas, creando un gran noticiario titulado Crimen Misterioso, en el cual se comenzaba a dar vida a teorías, muchas de ellas con tintes novelescos que colaboraron a crear una inmerecida fama a los habitantes de Ribafrecha por un hecho que para nada se puede decir que fue aislado.

A día de hoy, Bonifacio Montalvo es el desaparecido más antiguo en La Rioja del que se tiene constancia.

Tras su desaparición, se nombró a un alcalde en funciones que se hará cargo de seguir con las labores de su predecesor.

Concluidos los interrogatorios, registros, investigaciones, teorías y ríos de tinta, el 25 de abril se dio por sobreseída la causa del Alcalde de Ribafrecha, poniendo en libertad a los trece procesados.

 




Varias vistas de Ribafrecha. Juan José Barrio





 


martes, 17 de diciembre de 2024

Dónde "El Bergerón"

 Lugar de reunión de Logroño durante décadas, la esquina del Reloj de Bergerón se convirtió en un importante punto para la ciudad de Logroño. Su ocaso lo marcó la retirada del reloj en la década de los 70.

La historia de esta manzana arranca con el derribo de las murallas y de las Escuelas Viejas en 1861, ligados también a la apertura de la calle Sagasta.

El edificio en el que se colocaba el famoso reloj de Bergerón, ubicado en la esquina entre la Calle Sagasta y Bretón de los Herreros, fue diseñado en 1877 por Francisco Luis y Tomás. El bajo fue adquirido por Lucas Bergerón, sucesor de Manuel Bergerón, primer relojero de esta saga, para instalar en él su taller de relojería, cuya especialidad era la fabricación de relojes de pared, y era también el representante en Logroño del famoso relojero Losada, autor del reloj de la Puerta del Sol. El taller de Bergerón tuvo su primera ubicación, desde 1881, en la calle del Mercado, 98. Este relojero había construido muchas piezas de relojería para diferentes lugares de la ciudad, como por ejemplo, el Instituto de Segunda Enseñanza (actual Sagasta), ubicado en el Convento del Carmen. Desde 1878 ostentó también el cargo de Relojero Municipal de la Ciudad. Durante su carrera, diseñó para su relojería ubicada ahora en la esquina de las calles Bretón de los Herreros y Sagasta un reloj de fachada con doble esfera. En 1883, pidió la autorización pertinente al Ayuntamiento para colocarlo, aunque no sabemos si finalmente lo instaló. Era un reloj de 70 centímetros con luz propia. Tenía números romanos y estaba rematado con unos vistosos pináculos y funcionaba a cuerda, con una maquinaria mecánica controlada desde dentro del local. Lucas Bergerón morirá el 6 de febrero de 1894. Entonces la relojería pasará a manos de su viuda, posteriormente a Tomás Teresa García y después a Joaquín Rodríguez y Cia, que en 1902 vuelve a pedir permiso al Ayuntamiento para colocar un reloj en la misma esquina. Según la documentación, el reloj será colocado el 21 de junio de 1902. Desconocemos si este reloj era aquel primero. No mucho después, la relojería pasará a ser propiedad de Eulogio Pastor y posteriormente de Gervasio Pastor. El avance en el crecimiento urbano, la creación de avenidas llenas de peatones, coches, bicicletas, autobuses…, llevaron a esta esquina, a convertirse en el centro de la ciudad. Por ello, el Reloj de Bergerón, junto a su vecino el Reloj de Ibercaja, marcaban el fluir de la vida urbana. Los logroñeses usaban esta referencia para sus encuentros sociales, comerciales o personales, quedando “donde el Reloj de Bergerón”. La casa se mantenía sin cambios importantes, únicamente habían mudado los rótulos de los diferentes relojeros. En la década de los 70, el edificio dónde se ubicaba el reloj de Bergerón está muy deteriorado, se declara en ruina y el Ayuntamiento pide desalojar el edificio, entonces la relojería desmonta el reloj antes de irse. Desconocemos que ocurrió después con este histórico artilugio.

La casa también fue sufriendo los achaques del tiempo, aunque resistió hasta, que en 2011, el Ayuntamiento lo volvió a declarar en ruina y se procedió a su derribo y reconstrucción, ahora convertido en un edificio de apartamentos turísticos. Se han oído voces que han pedido la restauración del reloj devolviéndole a esta esquina su esplendor perdido.




domingo, 15 de diciembre de 2024

Arleta, al pie del Camino

 


Se documenta como señorío de realengo en 1280, quedando despoblado un siglo después. En 1427, vuelve a tener un habitante. Posteriormente, los dueños lo vendieron a Roncesvalles. Aparece mencionado en el Libro de Armería del siglo XVI, al contar con palacio y propietarios hasta el siglo XVIII. En el siglo XIX, tenía un regidor electo por las tres familias que lo habitaban.

Lugares para visitar:

(En la actualidad, Arleta es una propiedad particular, por lo que las visitas están restringidas. Desde el Camino de Santiago, se obtiene una vista completa del lugar)

-Iglesia de Santa Marina: Se ubica justo al lado del paso de la Ruta Jacobea. La iglesia tiene una portada románica y una espadaña, además de un retablo del siglo XVI. En sus alrededores, hay restos de estelas y de un camino antiguo. Tiene una ventana tapida en la que los peregrinos dejaban sus ofrendas.

-Palacio: Ubicado junto a la iglesia. Tiene forma de U. Presenta un patio central que lo articula. A su derecha, hay una construcción más moderna, realizada en torno a una torre cuadrangular. A la izquierda, vemos una ventana geminada, más antigua que el resto del conjunto. La existencia de este palacio está documentada desde el siglo XVI.

-Lavadero: Ubicado junto al camino, en la actualidad en ruinas.

-Crucero: Se sitúa junto a la carretera, en la entrada principal del señorío. Presenta una cruz, situada en lo alto de una columna con fuste y capitel. El trazado del Paque Fluvial del Arga pasa a su lado.

-Ermita de San Martín (Desaparecida): No quedan restos.

 

sábado, 7 de diciembre de 2024

Lusarreta, un lugar con un gran trasfondo histórico


 Antiguo señorío de Realengo, ubicado en una de las zonas más altas del Valle de Arce. Se trata de un pequeño núcleo, en el que se conserva el único hórreo del Valle de Arce. Conocemos las primeras menciones a Lusarreta cuando en 1280 pagaba pechas a Roncesvalles, al igual que sus vecinos.

En el Libro de Fuegos de 1366, se contabilizan seis, siendo siete en 1553.

En 1566, vive en Lusarreta Sancho de Leyún, que se casa en segundas nupcias con Catalina de Lusarreta. El era noble. De su primer matrimonio únicamente le sobrevivió una hija. Las segundas nupcias de Sancho no fueron bien acogidas en su familia, que les acusó de dilapidar el patrimonio. Acabaron viviendo en la más absoluta miseria. Tuvieron tres hijos. A su muerta, Catalina pide ser enterrada en Lusarreta y no en Leyún con su marido.

En el año 1783, Miguel Dufur Ibarra de Lusarreta muere sin descendencia directa siendo el último habitante de la Casa Garaico. Su heredera más cercana vivía en Lenaroz y era su sobrina, llamada Juanchina, que con dieciséis años se verá obligada a casarse y vivir en la casa de Lusarreta para no perder la herencia de su tío. Pero no es un caso aislado, pues en 1790 conocemos otro similar en la casa Garrraicorena. Estos matrimonios no eran ni abundantes, ni extraños en la montaña navarra.

En 1794, la Convención Francesa quema la borda de Lusarreta, mientras que el resto del pueblo se salva de las llamas.

En 1800, vivían en Lusarreta 31 personas. En 1858, tenía 58 habitantes.

En 1856, un vecino de Lusarreta va a cumplir el servicio militar en lugar de otro de Mezquíriz. En 1898, se construye la carretera que une Lusarreta con la del Valle de Arce.

En una visita a Lusarreta podemos ver:

-La iglesia de San Esteban. Se cree que se construyó hacia el año 1200. Ha sido restaurada en varias ocasiones a lo largo de su historia. Tiene una planta irregular, aunque con cierta forma de cruz, cubierta con una bóveda de cañón. A los pies hay un coro de madera, en cuyas vigas se han tallado unas vistosas formas. Tuvo un retablo, desaparecido en parte del siglo XVII-XVIII.

-Hórreo: Muy similar al de Erdozain y al de Iracheta. Está construido sobre arcos, en este caso ocho. Sobre ellos, hay unas piedras que cumplen la función de tornarratas. Estos tres hórreos son los únicos construidos sobre arcos. La portada es un arco campaneiforme, decorado con una cruz, unos botones y una cruz de seis puntas, que pueden datar de los siglos XV-XVI. Tras la restauración, se eliminaron las casas contiguas y se trasladó el acceso a su situación actual.


Dos vistas de la iglesia

Hórreo

Puerta de una casa


Dos vistas de la iglesia


domingo, 1 de diciembre de 2024

El Palacio de los Chapiteles de Logroño

 Ubicado en el arranque de la calle Portales, el Palacio de los Chapiteles es una de las construcciones más destacadas del Casco Histórico de Logroño. Hoy en día, sede del Instituto de Estudios Riojanos y de la Dirección General de Cultura y hasta hace no muchas décadas sede del Ayuntamiento de Logroño.

Los orígenes del edificio se remontan al siglo XVI, en un contexto urbano muy diferente. El cerco amurallado recorría la actual Muro del Carmen, Rodríguez Paterna y el Muro de Cervantes. En la confluencia de las tres calles se ubicaba la Puerta de la Herventia, uno de los arcos de entrada a la ciudad. Las primeras referencias que conocemos al edificio que hoy ocupa el número 2 de la calle Portales se remontan al siglo XVI, cuando la familia Jiménez de Enciso, en concreto Pedro Jiménez de Enciso, construye esta casa, con un aspecto muy diferente al que hoy conocemos. La documentación nos describe que en el interior había habitaciones dedicadas a escritorios, capilla, entre otras. La documentación también menciona la existencia de dos pequeñas torrecillas en una de las fachadas, que fueron construidas en 1575. La fachada principal tenía una puerta en forma de arco de medio punto. En el último piso había una galería bajo los torreones. En el centro había un patio interior. La planta noble era la primera, que se decoraba con los muebles más suntuosos y ricos. Había un salón y una biblioteca con libros. En esta planta se guardaron algunas tablas de retablo que la familia tenía en la Redonda mientras esta estaba en construcción. En el primer piso había habitaciones, que estaban articuladas en torno al patio central, ubicando el Salón Principal en la fachada a la Herventia. Este modelo de construcción no es muy diferente al que se estaba realizando por la nobleza en esos momentos en todo el territorio español. La zona cambió mucho al colocarse en 1572 el Ayuntamiento en el Edificio de El Portalón. Durante el siglo XVII, la zona de nuevo sufrió un cambio al construirse una nueva manzana de casas enfrente. Igualmente, las casas colindantes también sufren cambios, que no eclipsaron el poder económico de la familia de los Jiménez de Enciso, que seguían manteniendo su residencia en este edificio. El nombre de Palacio de los Chapiteles procede de este siglo, cuando se colocan estos característicos remates sobre los dos torreones de la fachada de la calle Portales. Durante estos años, se abre al este del edificio una nueva calle, San Isidro, al desaparecer la primigenia muralla y erigirse la antigua Casa de Correos. En el vecindario del año 1771, la casa es propiedad de Bartolomé de Vidaurreta, descendiente de los Jiménez de Enciso. En 1753 se reconstruye la fachada de la Herventia. Los cambios se consolidan en el siglo XIX, en concreto tras la Guerra de la Independencia y las Guerras Carlistas. El 17 de mayo de 1862, el Ayuntamiento se hace con la casa para colocar en ella la sede del Ayuntamiento. también Sus interiores son remodelados, adaptándolos al gusto decimonónico y al uso municipal. En ese mismo año también se eliminan los viejos muros y con ellos la Puerta de la Herventia. A mediados del siglo XIX, se realizan las Alineaciones, llevadas a cabo por diferentes arquitectos, que derribaron muchas de las casas colindantes a los muros, dejando más visible la nueva casa consistorial. El siglo finalizó con la desaparición del Convento de los Carmelitas en 1895. Durante estos siglos, las dependencias interiores del edificio cambiaron sustancialmente, llegando a desaparecer el patio a mediados del XIX para colocar en él la escalera. El día 2 de junio de 1902, se eliminan los Chapiteles originales de las torrecillas. Durante todo el siglo, el edificio sufrió reformas para adecuarlo a las necesidades del Consistorio. En el año 1980, el Consistorio se va y el edificio se transforma en sede del Instituto de Estudios Riojanos tras una profunda reforma interior y exterior. En el 2010, los Chapiteles volvieron a su posición original.





viernes, 22 de noviembre de 2024

Vigilando la ciudad de Logroño

 

La torre del Telégrafo hace unos años. Jesús López

Ubicada en el punto más alto de la ciudad, situada en la actualidad junto a unas antenas de radio, el barrio logroñés de El Cortijo conserva en su término una Torre de Telégrafo Óptico, erigida en el siglo XIX.

El Telégrafo Óptico fue uno de los más importantes inventos de finales del siglo XVIII, principios del XIX. El primer mensaje por este medio se envió en 1794 por la Convención Francesa y rápidamente se extendió por Europa. En 1831, en España se construye la primera línea telegráfica óptica a modo de prueba entre Madrid y Aranjuez. En la misma década, se empezaron a construir otros tres enlaces telegráficos. El 1 de marzo de 1844, se construyó la primera línea telegráfica entre Madrid y Francia con ramales, inaugurada el 28 octubre de 1846. En 1836, Manuel Santa Cruz, un general liberal construye un nuevo ramal telegráfico que llega a Logroño, Vitoria y Pamplona para poner sitio a los Carlistas en Estella. Con el paso de los años, se añadieron nuevas líneas nacionales para conectar ciudades como Valencia, Andalucía y Barcelona, aunque muchas de ellas no se terminaron de construir. Estas líneas no eran de uso civil. Las líneas contaban con torres que emitían los mensajes, pero las líneas no podían usarse de noche ni con fenómenos meteorológicos adversos. A finales del siglo XIX, la Telegrafía Óptica desaparece, tras una decadencia de varias décadas, producida por sus limitaciones y retrasos a la hora de entregar los mensajes y otros avances como el Telégrafo Eléctrico. Entre 1855-1857 se dejan de usar las líneas ópticas, aún sin terminar de construir. En 1874, la línea del Norte se vuelve a poner en macha con el proyecto de Mathé pero pronto desaparecerá.

Una de las torres del Telégrafo Óptico es la que se ha conservado en el barrio logroñés de El Cortijo. Construida en 1836-1837, en el contexto de la I Guerra Carlista y dentro de la línea ideada por Manuel Santa Cruz, sigue el patrón de construcción con dos pisos, fortificada y situando el telégrafo en el último nivel. En ella vivían un sargento, siete militares y un telegrafista, que debía superar un examen. Su telégrafo recibía los mensajes de las cercanías: Laguardia, Viana y la Torre de la iglesia de San Bartolomé de Logroño, a dónde se orientan sus ventanas. Tras el abandono de la línea telegráfica, la torre cayó en desuso y se fue degradando hasta quedar en pie únicamente sus cuatro paredes con sus ventanas, vanos y puerta. El edificio es conocido por la gente del barrio como El Castillo.

sábado, 16 de noviembre de 2024

Itoiz, un pueblo bajo sus aguas

 En la actualidad, este es el nombre de uno de los embalses más grandes y significativos de Navarra, sin embargo, antes era el nombre de una pequeña localidad que quedó anegada por la construcción de la presa homónima.

Las primeras menciones sobre la existencia de este lugar, hay que remontarlas a la Edad Media, cuando era un señorío de Realengo, que pagaba una Pecha anual, tal y como lo recoge el registro de 1280.

Redujo considerablemente sus impuestos entre 1280 y 1427 periodo de presencia de Peste Negra por estas tierras.

En 1802, Itoiz tenía38 habitantes.

En 1989, se propone la construcción del embalse, lo que supuso el punto y final a la existencia de Itoiz, que será derribado en 2003, cuando terminan los trabajos de construcción de la presa.

De Itoiz, destacarían:

-Iglesia de Santa Eulalia Se trataba de una construcción medieval, datada entre los siglos XII y XIII, aunque fue reformada en el siglo XVI y XVII. Tenía planta de cruz latina, con elementos añadidos y cubierta con bóvedas de crucería.

-Casas: Muchos de los edificios de Itoiz databan del siglo XVI, con elementos como arcos de medio punto en sus portadas.

-Palacio: Se ubicaba un poco apartado de las casas y destacaba una torre de piedra, insertada en el interior del edificio, con una cara reconstruida en ladrillo.

Interior de la Iglesia de Itoiz (Fuente)

Vista de Itoiz y su entorno antes de la construcción de la presa (Gran Enciclopedia de Navarra)
Vista actual del entorno anegado (BCE)

Iglesia de Itoiz (Catálogo Monumental de Navarra) 

Palacio de Itoiz antes de su reconstrucción (La Casa en Navarra, edición Caja de Ahorros de Navarra)

Vista general de Itoiz (Fuente)
Vista aérea de Itoiz (Archivo Abierto)


viernes, 15 de noviembre de 2024

Paseo de Los Reyes

 El paseo del Espolón es uno de los más castizos de Logroño. En sus más de 200 años de historia, ha sido testigo de innumerables acontecimientos y actos. Sus lados han ido cambiando con el paso del tiempo. Sus elementos también han ido rotando, unos con mejor fortuna que otros.

En 1734, el viejo Alcázar medieval de Madrid ardía en un incendio. En él se alojaba la corte y la casa del rey, por lo que rápidamente, se decidió que sobre su solar habría que levantar un nuevo palacio. El siglo XVIII es el siglo del Barroco, de las grandes monarquías. Felipe V, influido por sus parientes franceses e inspirado en los lujos de Versalles, ordenó a unos arquitectos italianos, Filippo Juvarra y Giaovanni Battista Sacchetti realizar los planos para la nueva sede regia, inundada por el arte Rococó. Para el nuevo edificio, el Padre Sarmiento diseñó un programa de 108 esculturas que representarían a los monarcas hispánicos desde los Visigodos, además de personajes precolombinos o emperadores romanos de origen hispano. Artistas italianos, franceses,… realizaron las esculturas que fueron colocadas en lo alto de las cornisas del edificio. Sin embargo, Carlos III ordenó retirarlas, al parecer, por el peso que suponían para el edificio. Tras esto, se decidió distribuirlas por el país.

Logroño recibió seis de estas esculturas, que fueron almacenadas en la Alhóndiga hasta que, en el año 1858, el Ayuntamiento decidió colocarlas en el Espolón. El conocido como Paseo de Los Reyes se inauguró el 23 de abril de ese mismo año. El primer emplazamiento del Paseo de Los Reyes fue el terreno que hoy ocupa la fuente y la estatua ecuestre del General Espartero. Con la llegada de éste, se pensó en trasladarlas unos metros, y ubicarlas junto al kiosco de música.

Las citadas esculturas, nos cuenta Jerónimo Jiménez que eran Pelayo, Ordoño, Leovigildo, Alfonso el Casto, Enrique I y Felipe V. Durante las primeras décadas del siglo XX, este entorno era un lugar apreciado para pasear, pues el Espolón se convirtió en el centro neurálgico de la ciudad.

La proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931 supuso el final de las estatuas, pues un grupo de radicales las destruyeron y esparcieron los restos por la plaza, terminando con unas importantes piezas artísticas que había en la ciudad. Habladurías afirman que sus restos fueron enterrados como cimientos en los solares contiguos a la antigua Plaza de Toros de La Victoria. Sin embargo, otros fragmentos acabaron en manos privadas.

Desde entonces, el Espolón ha cambiado de forma en varias ocasiones, borrando los restos que pudiesen quedar del pintoresco y artístico Paseo de Los Reyes, realizado con unas esculturas que cambiaron la manera de ver el arte en el siglo XVIII.

Los Reyes junto al Quiosco del Espolón (Colección Taquio Uzqueda)


sábado, 9 de noviembre de 2024

Historia perdida en Herrerías, 20

 

Sepultada por el paso del tiempo, olvidada en las crónicas históricas y víctima de la piqueta hace más de cien años, la casa que ocupó el actual número 20 de la calle Herrerías reclama su lugar en el pasado de la ciudad al identificarla en el día de hoy en una fotografía que nos permite ilustrar y conocer un poco más su llamativa arquitectura.

Los orígenes de esta casa se remontan al siglo XV, cuando se construye la parte inferior, realizada en piedra de sillería en la que destaca su portada, de estilo gótico, con una rica ornamentación en forma de líneas curvas formando un arco lobulado, con unas decoraciones humanas en sus lados y un escudo en la clave. En el muro se colocó una ventana, de la que tampoco se descuidó la decoración. Contó con otros dos pisos de altura realizados en ladrillo, que posteriormente se habían enlucido.  En su interior, contó con un patio. Poco sabemos de sus primeros habitantes y de sus primeros pasos en la historia de la ciudad.

En el vecindario de 1772, primero de la ciudad, menciona esta casa, a la que le asigna el número 238, que queda reflejado en el azulejo con un número azul que se ubicaba en lo alto de su portada. La documentación la señala como propiedad del Convento de Madre de Dios. Añade que en ella vive Lorenzo Santos, de profesión panadero. Es posible que este convento se hiciese con la casa a través de alguna donación o herencia.

Tras la desamortización, la casa pasó a manos particulares. En los nuevos padrones, la casa recibe el número 34, numeración que mantendrá hasta su derribo. En 1900, Luis Barrón levanta un plano de esta casa, siendo propietario Julián Tuesta. En 1903, este mismo arquitecto levanta un plano de reforma integral de la fachada y colocación de un piso más y una buhardilla. De esta nueva vivienda conservamos documentación en el Expediente HA8681, del Archivo Histórico Provincial de La Rioja.  Esta documentación comienza en 1909, cuando se registra de nuevo como propietario de la casa a Julián Tuesta, que la había adquirido a Amós Castroviejo. Todos los pisos de la casa se encontraban alquilados. Además, en este documento, nos menciona que hay un horno en el primer piso. En 1914, la situación permanece similar, habiendo cambiado los inquilinos de los pisos, añadiéndose además que la casa se reedifica.

En el año 1903, Aurelio de Colmenares y Orgaz, Conde de Polentinos, fotógrafo que construyó un considerable archivo en las primeras décadas del siglo XX. Una de estas imágenes es la que de momento es la única fotografía conocida de la casa Herrerías 20 (Por entonces 34), durante la visita del rey Alfonso XIII a nuestra ciudad, entre el 31 de agosto y el 2 de septiembre de 1903.



La casa en 1903, poco antes de su derribo (Aurelio Colmenares y Orgáz)


Plano de la casa, realizado por Luis Barrón (AML)


Dos vistas del lugar en la actualidad






Sancho de Funes, de Obispo de Calahorra a Santo Mártir

 Desconocemos los orígenes de este santo obispo. Sus orígenes se sitúan en Aragón, Navarra, Francia o incluso en el Corcueto de San Pedro, en Navarrete. Sus contemporáneos lo conocían como Sancho de Aragón o de los Aragoneses. Siguiendo la escasa documentación que conservamos sobre su vida, se puede pensar que estudió en el monasterio de San Aurencio de Aux, en Francia. Previamente, había sido el primer abad del monasterio de Santa María la Real de Nájera.  En 1116, murió el obispo de Calahorra, Sancho de Grañón. Tras esto, se nombra a Sancho de Funes como sucesor. La situación de la Reconquista en estos momentos es bastante compleja. Ante la muerte de su antecesor, el clero y el pueblo calagurritano elige a Sancho de Funes para desempeñar el cargo. La ciudad de Taragona fue el lugar donde tuvo lugar su nombramiento, que fue llevado a cabo por el Arzobispo de Auch. Sancho de Funes aparece en la primera mención escrita como obispo en el año 1118. Precisamente en ese año tendrá lugar la reconquista de Zaragoza y un año después, la de Tudela, momentos en los que Sancho estuvo presente y figura como obispo. En la primera, recibirá una bula papal concediendo indulgencias para reconstruir la ciudad. Tras estos acontecimientos, Sancho de Funes emprendió la labor de crear un taller de elaboración de códices y libros, para ello llegó a contar con once clérigos. La primera de estas obras data de entre los años 1121-1125, siendo un libro de coro. En la obra se recogen los nombres de los monjes y se incluye el de Sancho de Funes. Además, en estos años, Sancho de Funes se involucró en la reconstrucción de Calahorra, además de la catedral en 1129. Igualmente, este obispo colaboró en la reconstrucción de las casas circundantes al núcleo urbano. En 1122, se documenta la presencia de Sancho de Funes en un pleito en San Millán. La documentación también recoge informes en los que Sancho de Funes, dio aceite de la iglesia para la celebración de banquetes y fiestas, además de carne de los rebaños. Igualmente, ordenó inscribir los nombres de los clérigos en un libro para poder dar vigilias y misas por los difuntos. Unos años después, Alfonso I, autorizó la construcción de la iglesia, tras la reconquista del Valle del Alhama. En 1123, Sancho establece un priorato, filial a la catedral de Calahorra. Además, el Obispado contó con cinco arcedianos. En 1126, el obispado adquiere una casa en la localidad de Tudela. Igualmente, en la localidad de San Zolio (Sansol), en ese año aparece Sancho en la adquisición de una huerta. Igualmente, en esa misma fecha, Dominga, hija de Sancho de Baró se autodona al obispado, consagrando el obispo una iglesia dedicada a San Miguel en Ausejo. Durante su mandato, Sancho de Funes creó un sello con las figuras de san Emeterio y San Celedonio para el convento, que posteriormente será usado por el cabildo. En la década de los años 20 de ese siglo, las propiedades van in creciendo para el convento. Llegan a tener huertas en lugares tan lejanos como Rípodas en Navarra. Además, el obispado recibirá la iglesia de Pradejón. En 1129, Sancho y sus Arcedianos confirman la donación a Urraca de la iglesia de San Vicente de la Peña, documento en el que se recoge la firma manuscrita del obispo. Ese mismo año, el río arrasa Calahorra, obligando a los clérigos a trasladarse a otros templos más pequeños que la catedral. Tras esto, se planteó llevar la catedral a otro sitio, impidiendo la construcción de viviendas en el entorno del río. Sancho, devoto de los mártires, se opone a ello. Para conocer las siguientes noticias sobre Sancho de Funes hay que avanzar hasta el año 1132, cuando aparecen noticias de nuevas donaciones. En ese año, se trasladaron los cuerpos de los santos a un altar nuevo, construido por Sancho de Funes. Al acto acudieron el obispo de Auch y el de Osma siendo una jornada festiva en la ciudad de Calahorra. Con este solemne acto, la devoción a los santos calagurritanos creció, al mismo tiempo que las donaciones. Además, en ese mismo año, Sancho de Funes pudo haberse reunido con el rey en el cerro de Cantabria y estar presente ne la toma de Fraga. En 1134 aparece la primera mención al palacio obispal, señalando que el obispo estaba separado de los clérigos. En ese año murió el rey Alfonso I. Un año después, Sancho de Funes figura como obispo de Nájera. En 1137, el obispo de Burgos demandó al de Calahorra por la potestad de Pino de Abajo. El Rey dejó a los habitantes que eligiesen a quien pertenecían, que se decantaron por el calagurritano. El 1 de agosto de ese año, consagró la ermita de Santa María de la Piscina. Hacia 1044, tiene lugar una importante plaga de langostas. Para combatirla, se envió desde Roma a otro obispo, San Gregorio, que murió en Sorlada en 1044. Sin embargo, hay noticias de una plaga de esta especie en 1137 en Calahorra. En 1138, se hace una donación a Armentia. Un año después, el rey de Castilla confirma una donación al monasterio de San Millán hecha por un rey de Navarra. Sancho de Funes estará presente en este acto. En 1140, el obispo tendrá que acudir a Santo Domingo para defender la posesión de este lugar en su obispado. Además, en ese año, Alfonso I y García el Restaurador estuvieron a punto de batallear por el control del territorio. Sancho de Funes medió entre ambos, reuniéndolos, quizás en Yerga para acercar posturas y hacer una promesa de casamiento entre los infantes. Un año después consagrará el monasterio de Niencebas, en la zona entre Grávalos, Alfaro y Fitero, actualmente desaparecido. En 1144, Sancho de Funes emprende un viaje hacia Roma, buscando la protección del papa. Antes de partir, dispuso sus propiedades. Una donación en el año 1145 es la última noticia que tenemos sobre la vida de Sancho de Funes. Se sabe también que este obispo estuvo presente en la donación de Lagunilla al Monasterio de San Prudencio en este mismo año, que el rey hizo en un viaje a Toledo, al que le acompañaría Sancho de Funes.

Cuenta la leyenda que la muerte de Sancho de Funes, llamado de Aragón tuvo lugar según las fuentes el 10 de noviembre de 1146, en el entorno del puente de Partelahidiez, en Ribafrecha, asaltado por sus clérigos mientras hacía una visita pastoral. Se dice que detrás de este asesinato estaba su lucha contra la simonía en la diócesis. Pero nada afirma ni desmiente esta teoría. Sin embargo, el lugar donde fue enterrado puede servir como pista. La historia cuenta que los restos mortales de Sancho de Funes fueron recogidos por los monjes del monasterio de San Prudencio, colocándolos a la izquierda del santo principal. Se puede anotar que las historias señalan que los huesos siempre estaban frescos y aún estaban ensangrentados. Sobre el arca, había un cuadro en el que se representaba el asesinato de Sancho de Funes. Tras la desamortización, su busto relicario, en el que se custodia su cráneo y la arqueta fueron trasladadas a La Redonda, lugar donde se custodian hasta la actualidad.



Busto Relicario de Sancho de Funes en La Redonda

viernes, 8 de noviembre de 2024

Baldosas de República Argentina, de Patrimonio a Ruina

 El día 21 de marzo, empezaron las obras de remodelación de la Calle República Argentina en Logroño. Esta intervención, no exenta de polémica por los comerciantes, ha supuesto el traslado de su lugar original de unas de las baldosas, realizadas exclusivamente para nuestra ciudad en los años 70. La producción de este peculiar pavimento corrió a cargo de la empresa Escofer. En él se reproducía la imagen de un pez, recordando al popular reparto del pan y el pez como símbolo de las fiestas de San Bernabé. Estas piezas no son muy habituales y únicamente quedaban las colocadas en esta calle. Días antes del comienzo de las obras, el Consistorio Logroñés se comprometió a conservarlas. Sin embargo, un considerable número de las piezas de este pavimento han sido picadas y arrancadas sin ningún cuidado, conservando únicamente unas pocas, que han sido trasladadas al Almacén Municipal, mientras, asociaciones y ciudadanos piden su recolocación y reconstrucción de las faltantes, siguiendo el modelo existente. Observando las piezas, podemos ver que las había de dos modelos claramente diferenciados, una con el contorno más marcado y otra sin las líneas de los bordes.

Contemporáneas a estas, son otras baldosas que representan dos hojas y dos racimos de uvas y de las que se conservan un gran número de ejemplares en diferentes calles de la ciudad.

Modelo de Baldosa del pez

Montón de baldosas rotas

Algunas baldosas conservadas (Foto David Antón)

Destrucción del pavimento (Foto Sergio Larrauri)


El Guardián del Ebro

 Ubicado en la entrada norte de la ciudad, junto al Puente de Piedra se alzó hasta hace unos siglos el castillo de Logroño. Las imágenes que conservamos de él son escasas, al igual que las descripciones, sin embargo, sabemos que fue un importante punto para la ciudad.

Como ocurre con muchas fortalezas medievales, sus orígenes nos son desconocidos, en gran parte, por la escasez de fuentes. Las primeras referencias documentales que se conservan, datan del siglo XII, aunque muy posiblemente existiese ya en el XI. Bajo el reinado de Alfonso el Batallador conocemos la presencia de al menos cuatro tenentes navarros. Durante los siglos posteriores hemos de suponer que el edifico estuvo cumpliendo con su función. En 1527 conocemos una remodelación, propuesta por Álvaro de Luna. Volvemos a conocer documentación, esta vez más detallada en el año 1549, Juan González del Campo toma posesión de la fortaleza. Nada más llegar, ordena hacer un inventario de los objetos que hay allí. En el citado inventario se menciona la existencia de una Torre Vieja, ubicada en el interior de la ciudad y una Torre del Homenaje, la más destacada del edificio. En 1572, el edificio es reformado de nuevo. El 20 de noviembre de 1573, el Concejo de Logroño declara el edificio en ruina y ordena su derribo. Además, menciona que no hay alcaide hace unos años, aunque parece que finalmente no llegó a ejecutarse tal derribo. En 1592 es el rey quien se interesa por el estado de la fortaleza. De nuevo se hace una descripción, añadiendo que la torre que se erige junto al Convento de San Francisco está vacía y la otra se encontraba en muy mal estado. Esta torre estaba unida a la primera del puente y junto a ella estaba la vivienda del alcaide. Señala también que las dos torres se unen por muros y que en el medio hay un patio. La respuesta real pasa por que los alcaides vuelvan a habitar la fortaleza. Las continuas avenidas del Ebro y la proximidad de la orilla, dañaron en varias ocasiones las murallas y pusieron en peligro a la fortaleza durante el siglo XVI. Pese a este arreglo, el castillo se va degradando en los siguientes siglos. Su uso se retomó a principios del siglo XIX, cuando es habitado de nuevo. Esta vez como cárcel provisional en la llamada Torre de la Cigüeña. Para entonces, el edifico está ya en muy malas condiciones, pero aún conserva las dos torres y parte de las murallas. En 1824 es usado como almacén de pólvora y en 1839, el Ejército dibuja unos planos y aún incluye las edificaciones de la vieja fortaleza de la ciudad. En 1870 ya no queda ningún resto de la fortaleza.

El paso del siglo XIX y el crecimiento urbano hicieron desaparecer los últimos restos de la fortaleza de Logroño. Sin embargo, en los primeros años del siglo XXI, una intervención urbanística en la zona sacó a la luz los restos de una importante torre y varias murallas, unidas a los arranques del puente medieval. Sin embargo, estos restos fueron desmontados y hoy en día se encuentran en el Parque de Servicios del Ayuntamiento, a la espera de ser repuestos algún día para el disfrute de la ciudad.

Las representaciones gráficas que conservamos del Castillo de Logroño son muy escasas. Quizás, las más antiguas hemos de buscarlas en los sellos del Concejo, datados del siglo XIV, en los que se reproduce el puente con las tres torres de una forma muy genérica. En el siglo XIX, se empiezan a realizar grabados. Los que recogen el castillo datan del año 1846. En la actualidad no conocemos ninguna fotografía de esta fortaleza.

Descubrimiento de los restos del Castillo (Taquio Uzqueda)

Grabado decimonónico con la torre del Castillo (Navarra, Castillos que defendieron un reino)